miércoles, 12 de marzo de 2008

ISABELA: LA CIUDAD DESEADA

En tres años, Isabela tendrá ciento noventa años de fundación y en una década adicional cumpliremos dos siglos de historia, de existencia colectiva. Isabela fue la aldea soñada y construida por los taínos, representaba las aspiraciones de nuestros primeros habitantes. Fue el poblado fundado por los colonos españoles y los esclavos sumisos y rebeldes. Isabela por tanto, se forjó en esta geografía bendita por una imagen concebida y construida por sus fundadores, por sus habitantes, por los visitantes y por aquellos que decidieron quedarse con nosotros. Vieron en Isabela el lugar donde podían construir sus vidas.
Así Isabela comenzó a perdurar en el tiempo. Los viajeros extranjeros que llegaron de Europa y América la pintaron, la narraron, la describieron por su geografía, por su gente, por su crecimiento y su futuro: Augusto Pleé, Iñigo Abbad, Pedro Tomás de Córdova, Andrés Pierre Ledrú y Fernando Miyares, entre otros. Esa imagen construida ha perdurado por que sus habitantes se sintieron identificados con ella, Isabela. Comenzaron a llamarse orgullosamente, isabelinos. Afirmaban sentirse felices aquí, hablaban con entusiasmo de su pueblo, de sus luchas y frustraciones, de sus logros y aspiraciones.
Fue así que nació una simbiosis cultural donde diferentes disciplinas del quehacer histórico definieron el desarrollo urbano, cultural y social de Isabela. El pescador, el agricultor, el tabacalero, el trabajador del ingenio, el maestro, el cura, el artesano, el tallador, el médico y el campesino. Todos ellos visibles en la personalidad colectiva del isabelino; luchador, laborioso, perseverante, solidario, alegre, soñador, amable y tenaz.
Isabela surgió de su gente; vibrante y lleno de oportunidades en una época de crisis, de escasez y de luchas.
Esa simbiosis cultural dio paso a una identidad colectiva que se expresó a través de las artes, la poesía, la música, la pintura, la política y la arquitectura. Entre ellos podemos mencionar a: Manuel Corchado, Juan Ramírez de Arrellano, Froilan Santana, Manuel Corchado y Juarbe, Antonio Géigel Paredes, Noel Estrada, Santiago Polanco Abreu.
Isabela desde su fundación despertó emociones: las razones para su traslado de San Antonio de la Tuna, el nombre de la Plaza “La Concordia”, cuyo propósito era evidenciar que se había resuelto el “problema social” de la esclavitud. La primera protesta de esclavos, cuando en el Puerto Rico de esa época, existía el “Código Negro”. La predica de Manuel Corchado a favor de la abolición, el comercio ilegal por el puerto del Pastillo y Villa Pesquera como alternativa ante la escasez comercial con España. Las décimas, las bombas que cantaba la gente, coplas que reflejan el alma de nuestra gente dando a conocer como el isabelino de esa época se percibe a sí mismo.
Isabela, fue soñada por sus fundadores, sus habitantes y sus próceres para ser ciudad. Nuestros antepasados nos dicen como Platón le hace decir a Sócrates: “Igualate a la ciudad en que habites”.
Isabela es el resultado de la conciencia de sus antecesores, del deseo y de la visión de ellos y que hoy hemos retomado para continuar realizando el Isabela deseado; La Nueva Urbe de Porta del Sol. Porque Isabela es ciudad por su gente, su historia, sus tradiciones, sus costumbres, sus sueños. Cada residente se siente orgulloso de estar aquí y entrelaza sus esperanzas con las nuestros y desea ser cada vez más isabelino.
“Tú eres Isabela, disfrútala, consérvala, ámala como lo hicieron nuestros antecesores”.

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